29 de agosto de 2016

Federico García Lorca (III)

El pasado día 18 de agosto se cumplió el 80 aniversario del asesinato de Federico García Lorca, así que no podemos dejar pasar la oportunidad de escribir una nueva entrada sobre el poeta-músico. 

Esta serie de entradas sobre Lorca, que empezamos hace unos meses, vienen a colación de un nuevo proyecto que estamos preparando en conmemoración de esta triste efeméride. En este proyecto queremos englobar toda la calidad artística de Federico, si cabe, con obras que recuperó el artista de la tradición popular andaluza, así como nuevas obras escritas sobre sus poemas. Los que asististeis a nuestro concierto de verano en Guriezo ya pudisteis saborear un adelanto de este proyecto que esperamos que vea luz dentro de pocos meses.

Los antiguos coralistas recordaréis que el coro ya cantaba hace unos 20 años obras de Lorca y, si bien es cierto, dichas obras han sido corregidas y aumentadas en número para que valgan para las nuevas características del coro y de este proyecto. Durante la gira por Andalucía se prepararon ex-profeso algunas de estas obras y gracias a las grabaciones de esta gira iremos repasando los episodios más señalados de la vida del artista.

(Escrito de Pedro Vaquero)

El poeta-músico



Las facultades musicales de García Lorca son sobradamente conocidas. Especialmente dotado para la música, se sabe que antes de hablar ya tarareaba aires populares o podía seguir el ritmo de una canción. De mayor tocó la guitarra y sobre todo el piano. En una carta de 1921, muestra gran entusiasmo como instrumentista de guitarra: ”estoy aprendiendo a tocar la guitarra. Me parece que lo flamenco es una de las creaciones más gigantescas del pueblo español. Acompaño ya fandangos, peteneras y “er cante de los gitanos”: tarantas, bulerías y romeras. Todas las tardes vienen a enseñarnos el Lombardo (un gitano maravilloso) y Frasquito er de La Fuente (otro gitano espléndido). Ambos tocan y cantan de una manera genial, llegando hasta lo más hondo del sentimiento popular".

En cualquier caso, su instrumento definitivo como intérprete fue el piano. Apenas tocó en público, pero entre sus íntimos era muy frecuente que se sentara al piano para acompañar a otras voces mejor dotadas que la suya o, más raramente, para cantar él mismo. Se sabe que utilizaba con cierta frecuencia el piano en la Residencia de Estudiantes, así como en la preparación de los montajes de sus obras o en las giras de La Barraca.

Sus conferencias sobre temas de folklore musical las acompañó normalmente de interpretaciones al piano. “Mañana doy la del cante jondo con ilustraciones de discos de gramófono. La de las canciones de cuna resultó un éxito enorme. Yo toqué el piano, y cantó las canciones de un modo admirable la joven actriz española María Tubau”.

También hubo una ocasión en que García Lorca tocó sobre un escenario. Fue en el Teatro Español, en Madrid, el 6 de Mayo de 1933. Rafael Alberti daba una conferencia sobre La poesía popular en la lírica española y pidió a su amigo y a La Argentinita que le acompañaran interpretando las Canciones populares.

Ahora bien, la alta estima que tenía del arte de la música estaba muy por encima de sus limitadas facultades de intérprete: “Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto” –diría en la conferencia Juego y teoría del duende. Y en el artículo Divagación., Las reglas de la música, insiste: “Con las palabras se dicen cosas humanas; con la música se expresa eso que nadie conoce ni lo puede definir, pero que en todos existe en mayor o menor fuerza. La música es el arte por naturaleza. Podría decirse que es el campo eterno de las ideas”.


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En pasadas entregas presentamos la canciones "Las tres hojas" y "Los cuatro muleros", hoy dedicaremos este espacio a "Muerto de Amor" poema escrito por Lorca perteneciente a Romancero Gitano, al cual nuestro director José Ramón Rioz ha puesto música. Si deseáis leer las anteriores entregas sobre Federico García Lorca lo podéis hacer pinchando AQUÍ.

Durante la gira por mencionada de Portugal, Extremadura y Andalucía se prepararon varias de estas obras y se cantaron en sitios como la Concatedral de Mérida, Lisboa, Rota (Cádiz)... El vídeo que mostramos a continuación fue grabado el 13 de agosto de 1998 en Rota, Cádiz.

Dada la tecnología de la época y los medios de los que se disponían, la resolución en la grabación no resulta buena. Lo sentimos. En esta obra participan unos jovencísimos músicos como son Daniel Álvarez y José Ramón Rioz Fernández (al violín y el violonchelo respectivamente) junto a una esplendida Escolanía de Guriezo, todos ellos bajo la batuta de José Ramón Rioz.




Letra:
¿Qué es aquello que reluce 
por los altos corredores? 
Cierra la puerta, hijo mío, 
acaban de dar las once. 
En mis ojos, sin querer, 
relumbran cuatro faroles. 
Será que la gente aquélla 
estará fregando el cobre. 

Ajo de agónica plata 
la luna menguante, pone 
cabelleras amarillas 
a las amarillas torres. 
La noche llama temblando 
al cristal de los balcones, 
perseguida por los mil 
perros que no la conocen, 
y un olor de vino y ámbar 
viene de los corredores. 

Brisas de caña mojada 
y rumor de viejas voces, 
resonaban por el arco 
roto de la media noche. 
Bueyes y rosas dormían. 
Solo por los corredores 
las cuatro luces clamaban 
con el fulgor de San Jorge.
 
Tristes mujeres del valle 
bajaban su sangre de hombre, 
tranquila de flor cortada 
y amarga de muslo joven.

Viejas mujeres del río 
lloraban al pie del monte, 
un minuto intransitable 
de cabelleras y nombres. 
Fachadas de cal, ponían 
cuadrada y blanca la noche. 
Serafines y gitanos 
tocaban acordeones. 

Madre, cuando yo me muera, 
que se enteren los señores. 
Pon telegramas azules 
que vayan del Sur al Norte. 
Siete gritos, siete sangres, 
siete adormideras dobles, 
quebraron opacas lunas 
en los oscuros salones.

Lleno de manos cortadas 
y coronitas de flores, 
el mar de los juramentos 
resonaba, no sé dónde. 
Y el cielo daba portazos 
al brusco rumor del bosque, 
mientras clamaban las luces 
en los altos corredores.



Esperemos que os guste y que a los antiguos coralistas os haga revivir los buenos momentos vividos. Dentro de unas semanas publicaremos la siguiente entrada sobre Lorca.

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